El impacto ambiental de la carne es innegable: ¿Por qué debemos reducir el consumo?
Los sistemas agroalimentarios actuales distan de ser sostenibles y afectan a todos los órdenes del planeta, provocando la destrucción desenfrenada de los ecosistemas y amenazando a la mayoría de las especies en peligro de extinción.
Imagínese comiendo una hamburguesa al punto perfecto, con beicon y queso fundido. Probablemente se le haga la boca agua. No se puede negar que a muchas personas nos encanta el sabor de la carne y el queso. Sin embargo, estos productos tienen un impacto ambiental mayúsculo.
El impacto ambiental de productos animales:
La tierra nunca ha sustentado tantos seres humanos como hasta ahora y la expansión agrícola amenaza el planeta. Investigadores de la Universidad de Oxford calcularon que el 83% de las tierras de cultivo globales están destinadas a la obtención de productos de origen animal, mientras que el aporte calórico para los humanos es únicamente del 18% y el proteico del 37%. Se trata, por tanto, de un uso de superficie ineficiente y de bajo rendimiento. Pero, ¿por qué los productos animales necesitan terrenos extensos?
Los motivos principales son, en primer lugar, el pastoreo de los rumiantes y, en segundo lugar, los cultivos destinados a la elaboración de piensos (sobre todo para pollos y cerdos).
Por ejemplo, Brasil y los Estados Unidos son los mayores productores de soja. Estos países producen millones de toneladas de esta leguminosa al año, de los que solo el 7% se utiliza directamente para productos alimenticios humanos. Más del 77% de la soja se usa para la fabricación de piensos asignados a la alimentación del ganado. Es decir, la mayor parte de la soja cultivada se emplea para nutrir a los animales que nosotros nos comemos.
Deforestación
Toda causa tiene su consecuencia: si se necesitan vastas tierras agrícolas se promueve la deforestación.
Actualmente, la carne de vacuno es la principal causa de la
deforestación a nivel mundial, responsable del 41% de la destrucción de
selvas tropicales. En comparación, la tala para la obtención de madera y
papel es solo del 13%.
Pero no es un asunto que ocurra en la otra parte del globo terráqueo y que no nos incumba a todos, ya que gran parte de la ternera que se vende en la Unión Europea es importada de Brasil, el país con más pérdida anual de selva.
Pérdida de biodiversidad
Gases de efecto invernadero
Mientras que los árboles de las selvas tropicales absorben dióxido de carbono, la emisión de gases contaminantes debida a la industria ganadera intensiva sigue in crescendo. En la actualidad coexisten distintos sectores responsables del calentamiento global y con
el arte de apuntar al de al lado. Pero el sector alimentario también es
un contribuyente sustancial, que según datos recientes es causante de entre el 20 y el 40% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. La carne bovina, la carne ovina y el queso son los que se desmarcan y se llevan el premio al principal contaminante.
En general, los productos animales producen entre 10 y 50 veces más gases de efecto invernadero que los vegetales. Las excepciones incluyen el chocolate, el café y el
aceite de palma. Por kilogramo de producto, la producción de estos
alimentos genera más gases que muchos productos cárnicos.
Contrariamente a la opinión popular, el transporte de alimentos contribuye mínimamente a la emisión total de gases contaminantes, comparado con la producción de estos (barras negras). Así pues, aparte de comprar productos de proximidad, sería más eficiente disminuir la cantidad de carne y queso de rumiantes para reducir las emisiones
globales.