ECOBLOG

12 ideas para reducir el uso de plástico en casa

Vamos con algunas ideas para reducir el uso de plástico en casa…

1. Detergente de la ropa:

El detergente de la lavadora se vende en botellas de plástico. Ya sea en cápsulas, líquido o gel, el envase es siempre el mismo. Para evitarlo, existen las nueces de lavado, un limpiador ecológico y muy económico que puede usarse hasta tres veces antes de tirarlas al contenedor orgánico. Proceden del árbol del jabón, muy común en Nepal y la India cuya cáscara de la nuez contiene saponina, que funciona en el árbol como un sistema de protección natural para evitar las plagas. En contacto con el agua de la lavadora limpia las prendas, sin olor y suaves, lo que evita usar suavizante. Otra opción ecológica es utilizar detergente a granel, cuyo envase además puede ser de metal.

2. Productos de limpieza:

 No solo el detergente de la ropa se vende a granel, existen prácticamente todo tipo de limpiadores del hogar en tiendas especializadas. En cualquier caso, para mantener la casa limpia no hacen falta grandes cantidades de desinfectantes. Una buena mezcla de

bicarbonato y limón o vinagre permite limpiar suelos, azulejos y superficies grasas.

3. Estropajos de los platos

Estas esponjas para lavar la loza están hechas de plástico que no se puede reciclar por lo que es importante buscar una alternativa ecológica pues, aunque sea imperceptible, pequeñas partículas de plástico arrancadas por el desgaste acaban en los ríos tras pasar por el desagüe. La alternativa más ecológica son los cepillos de madera o las esponjas de luffa. Este material proviene de la planta con ese mismo nombre y es totalmente natural. Para la suciedad más incrustada existen estropajos de cobre, 100% reciclables.

4. Cubiteras de hielo:

 Las bolsas de un solo uso o las cubetas de plástico son los productos más extendidos para hacer cubitos de hielo caseros. Sin embargo, existen alternativas ecológicas como las bandejas de metal, o las de silicona que son incluso más resistentes. También existen cubitos de metal rellenos de líquido que, tras pasar por el congelador, permiten enfriar

la bebida sin aguarla.

5. Guantes de plástico:

Se utilizan diariamente para limpiar los platos pero su uso es totalmente prescindible. La gente que tiene la piel sensible debe encontrar un jabón que no le dañe las manos, siempre hay un roto para un descosido. Es cuestión de probar.

6. Utensilios de cocina:

Los de plástico son más baratos pero su vida útil es más corta y deben reemplazarse con más frecuencia. La alternativa más ecológica son los utensilios de cocina de acero inoxidable, existiendo en la actualidad opciones resistentes al calor y antiadherentes que duran mucho más que sus homólogos de plástico.
 
7. Encendedores:
  
Ya sea para encender el fuego en las cocinas de gas o para darle un toque íntimo a las habitaciones con el uso de las velas, es mejor optar por cerillas de madera que por los encendedores de plástico. Es verdad que las cerillas no se pueden reciclar pero el impacto medioambiental que suponen es mucho menor.
 
8. Servilletas:
 

Las servilletas desechables o el papel de cocina son productos que se venden envasados en plástico. Además, al ser de un solo uso, se consume con mucha facilidad generando un residuo fácilmente evitable. La alternativa sostenible son las servilletas de tela o los trapos de toalla para secar superficies húmedas en la cocina. Se reduce el consumo de productos desechables en general y de plástico en particular.

9. Bolsas de la basura: 

En realidad no es necesario utilizar bolsas para recoger los residuos orgánicos. Basta con utilizar un recipiente cerrado y tirarlo en el contenedor cada día. Esta es la opción más sostenible para evitar el uso de bolsas de la basura. Sin embargo también existe una alternativa y quizá, para muchos, más realista: las bolsas de la basura biodegradables. Eso sí, se debe tener en cuenta que no es oro todo lo que reluce. Un estudio reciente ha demostrado que las bolsas biodegradables pueden permanecer intactas después de tres años enterradas.
 
10. Pinzas para la ropa:
 
La vida útil de una pinza de plástico es bastante corta. Las pinzas de madera son igual de resistentes o más que sus hermanas de plástico pero mucho menos contaminantes. Además, se pueden reciclar, lo que disminuye el impacto medioambiental que provocan.
 
11. Escobillas del baño:
  
Es habitual que los cepillos para limpiar el inodoro sean de plástico pero existe una alternativa ecológica: escobillas de madera hechas con fibras vegetales. Hacen el mismo servicio que una fabricada en plástico pero no contamina.
 
12. Cepillos de dientes:
 
Una persona utiliza de media unos 300 cepillos de dientes de plástico a lo largo de su vida. Y cada uno de ellos puede tardar más de 75 años en degradarse. Una buena alternativa son los cepillos de bambú, fabricados con una planta de rápido crecimiento y que son biodegradables. Se pueden encontrar en el mercado cepillos de bambú con cerdas de nylon proveniente de aceite de ricino, lo que les convierte en 100% renovables.
 
Si quieres descubrir por qué es una buena idea comenzar a emplear champú sólido, haz click aquí. ¡Disfruta del artículo!

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La Tierra está en déficit ecológico: descubre en qué consiste.

Nuestra vida cotidiana comienza a verse frecuentemente afectada por las consecuencias de un hecho contundente: estamos a 2023, y los recursos que nuestro planeta es capaz de regenerar a lo largo de un año ya han sido agotados por la acción humana.

Las reservas naturales son todavía abundantes en algunos países, otros en cambio se destacan por haber rebasado el déficit ecológico apenas un mes después de haber comenzado este nuevo año. 

Los datos respaldan ya un viejo dicho sobre nuestra sociedad, y es que vivimos por encima de nuestras capacidades. El hogar que habitamos se encuentra desafiado por un imparable ritmo de producción, bomba de un crecimiento económico sin techo. Por primera vez, la Tierra es incapaz de regenerarse a la velocidad a la que se consumen sus recursos.

Fué exactamente este mismo 2 de Agosto cuando el planeta entró en lo que se ha llamado déficit ecológico, la productividad de los ecosistemas se ha roto. Este hecho ha sido pronosticado por la entidad de mayor rigor cuando se trata de calcular el impacto medioambiental de los países, esta es la Global Footprint Network. Este cálculo se realiza generando una división entre el consumo de recursos (huella ecológica) y la capacidad regenerativa de la biosfera (biocapacidad).

Las demandas aparentemente incontrolables de ciertos países ya han superado la biocapacidad de su propio territorio, indentificados en color rojo dentro del mapa del déficit ecológico. Son ejemplos de este caso países como México, China, India, España y Estados Unidos. Por suerte, todavía hay países en verde oscuro, es decir, regiones que disponen de demandas capaces de ser absorbidas o contrarrestadas por la cantidad de reservas naturales que albergan estos territorios. Algunos ejemplos son Brasil, Bolivia, República Democrática del Congo…

Algún día, los recursos naturales del planeta se agotarán, y la fecha, según los expertos, se acerca cada vez a mayor velocidad. Este día, conocido como Día de la Sobrecapacidad, ha ido recortando su fecha estimada de llegada.

La humanidad se enfrenta a una crisis ecológica desamparada ante la inefectividad de las soluciones propuestas. Esta incapacidad de cubrir soluciones tanto locales como globales se hace eco en casos como el de Catar, el cual necesitaría más de 8 planetas Tierra para cubrir el nivel de explotación al que somete a sus ecosistemas.

LLegado el día de la sobrecapacidad del planeta, ¿que ocurrirá?

Atendiendo a la fecha marcada por la Global Footprint Network, una vez alcanzada, las implicaciones afectarán al compromiso de recursos los cuales estaban previstos para el futuro. Según los expertos, las consecuencias de la sobreexplotación de recursos están cada vez más presentes en nuestra vida cotidiana, manifestándose a través de incremento de emisiones, pérdida de biodiversidad, incendios o deforestaciones masivas.

La fecha media en la que se calcula que ha tenido lugar la sobrecapacidad ha sido el dos de agosto, aunque se debe mencionar que otros países como Canadá, EEUU o Emiratos Árabes han alcanzado esta fecha el 13 de marzo de 2023. Para nuestro país (España), esta fecha ha sido el 12 de mayo. Países con grandes reservas naturales, como el caso de Cuba, Ecuador, Colombia…llegarán a la sobrecapacidad en torno a los meses de noviembre y diciembre del mismo año.

Los datos se llevan registrando desde 1961 por la entidad mencionada, cuyos pronósticos se basan tanto en datos actuales como en evoluciones históricas. Este compendio de datos e investigaciones son pilares fundamentales para que los gobiernos e instituciones internacionales elaboren estrategias para frenar el avance de la fecha, la cual, como hemos dicho, no deja de acercarse.

Todavía nos encontramos a medio camino para la puesta en marcha de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la señalada Agenda 2030.  Han sido 194 los miembros que la han asumido, pero siguen faltando 7 para que pueda ser relevante la efectividad de los cambios propuestos. En este marco la Global Footprint Network pronostica que para llegar a este compendio de objetivos, la fecha mencionada debería retrasarse 19 días cada año hasta el 2030.

Solo hay un Planeta Tierra:

En términos generales, harían falta 1,75 Tierras (hablando de sus recursos) para cubrir la demanda actual de la humanidad. Esto según un informe de 2022, basado en datos de 2018. Si analizamos la huella ecológica por persona en función del país y lo dividimos entre la biocapacidad media (1,6 hectáreas por persona), obtenemos los siguientes datos:

Si tódos fuéramos ciudadanos de USA, necesitaríamos aproximadamente 5,1 Planetas Tierra para cubrir la demanda, en el caso de los cataríes serían 7,5 planetas, para los mexicanos 1,6, y para el caso de los españoles, 0,28. Estas cifras dan cuenta de la magnitud de la crisis ecológica, y también refleja con mayor claridad que países consumen recursos correspondientes a futuras generaciones.

La organización Global Footprint Network insiste en el gran poder de acción de las grandes corporaciones, así como el de las instituciones de los gobiernos internacionales, pero también señala la capacidad de las personas de calcular nuestra huella ecológica, así como de implementar pequeños cambios que mejoren la relación con los recursos que pone a nuestra disposición nuestro único hogar, el Planeta Tierra.

¿Quieres saber por donde empezar? ¡Te dejo este artículo con 12 ideas para reducir el uso de plástico en casa!.


 
 

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Cuatro razones para empezar a usar champú sólido

El champú sólido es más ecológico, barato y apto para viajar.

El champú sólido —champú en forma de pastilla de jabón— son la última tendencia en productos de
cuidado del cabello. Además de estar elaborados con ingredientes naturales para potenciar la salud capilar, también son mejores para el medio ambiente e idóneos para viajar. A continuación, te damos cuatro razones para cambiar del bote a la pastilla.

1. Reducir los plásticos

 
Aproximadamente nueve millones de toneladas de plástico llegan al océano

cada año, el equivalente a verter al mar el contenido de un camión de
la basura lleno de plástico cada minuto. El champú sólido elimina la
necesidad de botes de plástico y suele venir envuelto en papel reciclado
o en cajas de papel. También es cómodo para viajar: lo metes en una
cajita de metal y listo, así de fácil.

2. Dejar de preocuparte por los líquidos cuando viajas

Una de las pesadillas de viajar es que te paren en el control de seguridad y te pregunten si llevas botes de líquidos de más de 100 mililitros. O lo que es peor, abrir la maleta después de un vuelo y descubrir que tu bote de champú se ha abierto y ha embadurnado toda tu ropa. El champú sólido te salva de ambos supuestos, ya que en seguridad no te van a quitar un champú en forma de pastilla y tampoco puede arruinarte la ropa. Es más, quizá haga que tu maleta huela mejor.

3. Está concentrado para durar más

La mayoría de champús son un 80 por ciento agua y los acondicionadores pueden ser hasta un 95 por ciento agua. ¿Por qué pagar por agua cuando puedes añadírsela tú mismo? El champú sólido está megaconcentrado y, en general, dura más que su versión embotellada. De media, el champú sólido dura lo mismo o más que dos o tres botellas de champú líquido, lo que te ahorrará dinero y visitas al supermercado.

4. Cosmética sin crueldad y natural

 
Muchas marcas que producen champú sólido se esfuerzan por proteger los océanos, la fauna salvaje y los ecosistemas que se ven afectados por la producción en masa de productos llenos de sustancias químicas en la industria de la belleza. Muchos champús embotellados tradicionales están llenos de conservantes y sustancias químicas que pueden arrebatar al pelo los aceites naturales y dejar seco el cuero cabelludo. Estos productos químicos no suelen estar presentes en el champú sólido. Muchos champús sólidos contienen aceites esenciales e ingredientes naturales, y además no los prueban en animales. ¿Otra ventaja? Muchos champús sólidos no llevan aceite de palma, ingrediente vinculado a la deforestación y la degradación del hábitat.

Si quieres saber cómo elaborar tu propio champú sólido, haz click aquí y encontrarás la receta ideal según tu frecuencia de lavado y tipo de cabello. 


Te dejo con una reflexión sobre el por qué debemos reducir el consumo de carne.


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Vestir de forma sostenible

Algunas fabricantes de ropa alistan medidas para proteger el medio ambiente, y otras lanzan sus colecciones verdes.

Los productos biológicos están presentes desde hace mucho tiempo en cuanto a alimentos se refiere, sin embargo, el sector de la moda se está quedando atrás respecto a esta tendencia. Podemos decir que recientemente estallaron nuevos escándalos sobre tejidos dañinos para el medio ambiente y condiciones laborales inhumanas en las fábricas textiles.

Por tanto, muchas empresas quieren mejorar su imagen o al menos ofrecer a los consumidores alternativas a la producción tradicional. «Son cada vez más las empresas que se imponen a sí mismas un código de conducta respecto a la producción ecológica y el comercio justo», dice la defensora alemana de los consumidores Melanie Weber-Moritz.

Muchos fabricantes se acercan a este tema desarrollando proyectos. Puma, por ejemplo, ha elaborado un balance ecológico en el que contabiliza en euros sus daños ecológicos a través de toda la cadena de producción, desde las emisiones de CO2 hasta la producción de desechos pasando por el consumo de agua. El resultado fue que la empresa había causado tan solo en 2010 daños ecológicos por 145 millones de euros (casi 190 millones de dólares). Como consecuencia, Puma desarrolló un plan para prevenir a más tardar en el año 2020 la liberación de sustancias químicas peligrosas.

Otras empresas lanzan al mercado colecciones «verdes». «Por ejemplo, H&M y C&A son actualmente grandes compradores de algodón biológico», dice Weber-Moritz.

Según la Federación Alemana para Medio Ambiente y Protección de la Naturaleza, para el cultivo de algodón convencional para una camiseta corriente se necesitan 2,700 litros de agua, mientras que el algodón biológico solo requiere la mitad. Otras empresas están desarrollando nuevas fibras: la marca vegana Umasan, por ejemplo, usa algas y eucalipto.

Los sellos son un indicio para reconocer productos del comercio justo. Sin embargo, hay que tener cuidado porque «algunas empresas conceden a sí mismas sellos que no están sometidos a ninguna prueba de calidad», advierte Christiane Schnura, coordinadora de la iniciativa alemana Campaña para Ropa Limpia. Esto quiere decir que los consumidores deben examinar cuidadosamente el producto y, en caso de duda, solicitar información. «Con un poco de investigación se puede averiguar rápidamente cuáles son los sellos realmente recomendables», afirma Schnura.

Muy conocido en la actualidad es el sello Fairtrade (comercio justo), que certifica productos hechos de algodón biológico, entre otros. El consumidor debería fijarse al menos en si un producto textil tiene el certificado Oeko-Tex Standard 100, recomienda Rolf Heimann, de la Federación Internacional del Textil. Las prendas que tienen este sello
no superan los límites máximos para sustancias nocivas para la salud.

Schnura menciona como modelo el sello de la Fair Wear Foundation. Las empresas miembros de esta iniciativa dejan que organismos independientes controlen las condiciones laborales de sus productores y proveedores. Muchas de esas empresas trabajan tanto con criterios ecológicos como sociales.

Para reducir la contaminación ambiental, Heimann no solo pide responsabilidad a los productores sino también a los consumidores: «Deberíamos preguntarnos si realmente necesitamos esa nueva camiseta o esos nuevos vaqueros y si el armario ropero en realidad no está ya lo suficientemente lleno». Porque producir menos ropa ya es de gran ayuda para la naturaleza.

Te dejo un enlace para que comiences a vestir de forma verdaderamente sostenible, es decir, reduciendo a cero el consumo, y sumándote a comprar ropa de segunda mano. Una de las mejores plataformas para hacerlo es vinted. ¿A qué esperas para hacerte una cuenta?

Por otro lado, si te interesa descubrir fabricantes de ropa sostenible, tengo una lista con enlaces a sus respectivas páginas web aquí mismo, en ecologistamente. Para descubrirl@s, haz click aquí.

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¿Qué es el turismo sostenible?

La mayoría de la gente quiere apoyar el turismo sostenible, aunque el concepto sigue siendo difuso, te damos las claves para poder saber diferenciar estas experiencias.

La palabra «sobreturismo» es relativamente nueva, pero su novedad no ha restado importancia a su significado: se trata de una traducción del anglicismo overtourism que «alude al fenómeno de la masificación turística que sufren algunos destinos vacacionales, que pasan de ser populares a estar tan abarrotados que es imposible disfrutar de ellos y cuidarlos o gestionarlos de manera sostenible», según la Fundéu, asesorada por la RAE.

A medida que los viajes se recuperan de las cifras de mínimos de la pandemia, los viajeros vuelven a experimentar las consecuencias del exceso de turismo en destinos tentadores, pero abarrotados. La Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas, junto con sus socios del sector público y privado, celebra el 27 de septiembre el Día Mundial del Turismo y utiliza esta plataforma para debatir las repercusiones sociales, políticas, económicas y medioambientales del turismo.

Este día pone de relieve la importancia del turismo sostenible, un marco para involucrar a los viajeros y al sector de los viajes en general en el apoyo a objetivos que incluyen la protección del medio ambiente, la lucha contra el cambio climático, la minimización del consumo de plástico y la ampliación del desarrollo económico en las comunidades afectadas por el turismo.

Conociendo los hechos

 
 Una encuesta de National Geographic realizada a 3.500 adultos en Estados Unidos revela un fuerte apoyo a la sostenibilidad. Esa es la buena noticia, pero el reto será ayudar a los viajeros a tomar medidas significativas. Según la encuesta -que se llevó a cabo en 2019-, mientras que el 42% de los viajeros estadounidenses estaría dispuesto a priorizar los viajes sostenibles en el futuro, solo el 15% de estos viajeros está suficientemente familiarizado con lo que significa realmente un viaje sostenible. 

En la encuesta de National Geographic, los consumidores más familiarizados con los viajes sostenibles son jóvenes: el 50% tiene entre 18 y 34 años. Entre los viajeros que entienden el concepto de viaje sostenible, el 56% reconoce que los viajes tienen un impacto en las comunidades locales y que es importante proteger los lugares naturales y culturales.

La encuesta ha servido de base para informar tanto a National Geographic como a los negocios basados en viajes experienciales, y ha suscitado debates para crear soluciones en torno a la sostenibilidad. Nuestros contenidos de viajes se centran en prácticas respetuosas con el medio ambiente, en la protección del patrimonio cultural y natural, en proporcionar beneficios sociales y económicos a las comunidades locales y en inspirar a los viajeros para que se conviertan en embajadores de la conservación. En resumen, vemos a cada viajero de National Geographic como un explorador curioso que busca construir una ética de conservación de todo lo que hace único a un destino.

Construyendo mejores prácticas

 
National Geographic Expeditions realiza cientos de viajes cada año, abarcando los siete continentes y más de 80 destinos. Arraigada en el legado de exploración de la National Geographic Society,la empresa apoya la misión de la Sociedad de inspirar a la gente a preocuparse por el planeta proporcionando oportunidades significativas para explorarlo. Los ingresos de todos los programas de viajes apoyan los esfuerzos de la Sociedad para aumentar la comprensión global a través de la exploración, la educación y la investigación científica.
 

National Geographic Expeditions ofrece una amplia gama de experiencias de viaje en grupo, incluyendo expediciones por tierra, cruceros y aventuras activas, muchas de las cuales se desarrollan en torno a alojamientos ecológicos que son rigurosamente examinados por sus prácticas de sostenibilidad. 

Estos alojamientos independientes incorporan prácticas innovadoras de sostenibilidad en sus operaciones diarias, como el apoyo al patrimonio natural y cultural, el abastecimiento de productos regionales y la retribución a la comunidad local.

Por ejemplo, el Grootbos Lodge de Sudáfrica creó una fundación para apoyar la granja comunitaria y el centro de formación de Masakhane. A través de este programa, el lodge ha cedido parcelas a la población local que ha completado la formación, aumentando sus ingresos y el acceso a alimentos locales y saludables; hasta ahora el programa ha
beneficiado a más de 138 miembros de la comunidad.

Como marca de medios de comunicación, National Geographic anima a los viajeros a buscar y apoyar los establecimientos que adoptan una misión para ayudar a proteger a las personas y el medio ambiente. Estos alojamientos no sólo tienen un impacto directo y significativo en sus propias comunidades, sino que alojarse en uno de ellos ayuda a educar a los viajeros en formas eficaces de preservar y proteger los lugares que visitan.

Apoyar la sostenibilidad

 
El sector de los viajes depende en gran medida de la salud de las comunidades, los entornos y las culturas locales. Como señalan muchos expertos, tenemos que invertir en la capacidad de recuperación de los lugares afectados por el turismo excesivo y el cambio climático para lograr un turismo sostenible.
 

La cobertura de National Geographic subraya la importancia de reducir nuestra huella de carbono y anima a los viajeros a salirse de los caminos trillados y permanecer más tiempo, respetar las diferencias culturales e invertir en las comunidades, reconectar con la naturaleza y apoyar a las organizaciones que protegen el planeta. He aquí 28 formas de viajar de forma sostenible, informadas por nuestros redactores.

Contar historias puede ayudar a poner de manifiesto los problemas que provoca el turismo y a sacar a la luz prácticas y tecnologías para mitigar los impactos negativos. Un objetivo clave de nuestra misión de contar historias en National Geographic Travel es profundizar en el tema del turismo sostenible y proporcionar recursos, consejos prácticos y asesoramiento sobre destinos para los viajeros que buscan explorar el mundo en toda su
belleza, dejando una huella más ligera.

Cómo puede ayudar

 
Cuando estés de viaje, ten en cuenta estas formas de viajar de forma sostenible. Evita viajar a lugares excesivamente turísticos siempre que puedas. Mitiga las aglomeraciones en zonas frágiles cuando utilices las redes sociales. Cuando publiques en las redes sociales, utiliza geoetiquetas genéricas en lugar de específicas para reducir las posibilidades de que un sitio concreto esté saturado. Si viajas a destinos como Islandia, Nueva Zelanda, Haida Gwaii y Hawái, firma y adhiérete a los compromisos de los visitantes de ir con cuidado, proteger la naturaleza y respetar la cultura.

Finalmente te pregunto…cambiando de tema…¿tienes demasiada ropa en el armario que no usas?, si es así te convendría leer este artículo. 

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Recetas para hacer tu jabón 100% ecológico

 

 

Cómo hacer jabón casero sin sosa cáustica y con aloe vera

Una de las mejores opciones para hacer este producto casero y ecológico, con la intención de cuidarnos y cuidar el planeta es hacer jabón de aloe vera, ya que cuida la piel tanto por fuera como por dentro. Pero, hay que tener en cuenta que para hacer este producto sin usar sosa hay que encontrar una alternativa.

Un buen sustituto natural de la sosa cáustica es la planta conocida como saponaria. Estas plantas son conocidas como plantas del jabón o jaboneras, ya que sus propiedades y efectos son muy similares a los del jabón; de hecho, desde hace siglos se ha usado para hacer jabones caseros. Concretamente, contienen saponinas que son glucósidos de triterpenoides o de esteroides y son solubles en lípidos y agua, haciendo espuma como el jabón comercial que conocemos y logrando el mismo efecto limpiador. Para extraerlas de la planta, es necesario que hierva o infusione por un mínimo de 15 minutos. Además, para que el jabón quede sólido en pastilla en vez de líquido, al usar sapnaria es necesario añadir algún aceite vegetal, como el de oliva o girasol, si no solo con la planta jabonera queda líquido.

Además, en un jabón hecho en casa conviene incluir otras plantas como la milenrama, ya que tiene propiedades antibacterianas, antimicrobianas, antisépticas, antiespasmódica, antiinflamatoria, astringente y ayuda a calmar la piel y regenerarla. La milenrama tiene una acción parecida al aloe vera o sábila, ya que esta otra planta también es calmante, regeneradora, antiinflamatoria y muy hidratante. Así, para hacer este jabón casero de aloe vera sin sosa cáustica solo hay que seguir esta receta:

Ingredientes

  • 50 g de raíz de saponaria en polvo.
  • 450 g de glicerina vegetal neutra.
  • 1 cucharada de hojas y flores de milenrama.
  • El gel de 2 o 3 hojas de aloe vera.
  • 100 ml de aceite de oliva.
  • 1 litro de agua.

Preparación

  1. Prepara la glicerina vegetal al baño María o en el microondas.
  2. A la vez pon el agua a calentar en una olla o cazo y en cuanto empiece a hervir retírala del fuego.
  3. Añade las hierbas, incluida la saponaria, y tapa la olla, dejando que repose entre media hora y una hora.
  4. Cuela la infusión en un recipiente grande y añade el gel de sábila y el aceite de oliva mientras remueves.
  5. Cuando estén la glicerina y las hierbas listas, mezcla todo bien, viértelo en el molde y deja que se seque y endurezca en el frigorífico durante el tiempo que sea necesario, hasta que tenga la consistencia deseada.

Podrás usarlo tanto para lavar tus manos y cuerpo como para el pelo a lo largo de un mes, ya que es lo que esta cantidad suele durar.

 

Cómo hacer jabón casero con aceite usado

Una receta que muchas personas buscan a la hora de preparar jabones naturales ecológicos es la que indica cómo hacer jabón casero con aceite reciclado, ya que es una forma de reaprovechar este alimento y reducir el daño ambiental.

Para ello, para que siga siendo una opción ecológica no usaremos sosa, sino que optaremos por la saponaria. Es recomendable que se use aceite de oliva, ya que nutre e hidrata en profundidad la piel, pero se pueden añadir otros aceites como el de coco o el de rosa mosqueta, que también nutren, hidratan y reparan la dermis. Por lo tanto, la base de aceite de oliva y saponaria es ideal para hacer jabón casero de coco sin sosa, un producto cada vez más popular, así como de rosa mosqueta o, incluso, el de caléndula. Sigue estos pasos para hacer jabón casero con aceite de oliva y sin sosa:

Ingredientes

  • 50 g de saponaria molida.
  • 450 g de glicerina vegetal neutra.
  • 1 litro de agua.
  • 200 ml de aceite de oliva. Tiene que ser uno que apenas se haya usado, y se ha usado para freír no sirve si se ha quemado.
  • 75 g de aceite de coco.

Preparación

  1. Prepara la glicerina vegetal, puedes hacer al baño María o bien en el microondas.
  2. En paralelo a la preparación de la glicerina, pon a hervir el agua en un cazo y se retira del fuego en cuanto llega al punto de ebullición.
  3. Añade la saponaria, tapa el cazo y deja que repose entre 30 minutos y 1 hora.
  4. Cuela la infusión en un recipiente grande y añade los aceites removiendo bien.
  5. Cuando la mezcla queda uniforme y está todo bien integrado, junta la esta mezcla con la glicerina en estado líquido y remueve.
  6. Vuelca en el molde y se deja enfriar en la nevera.

 

Cómo hacer jabón casero sin sosa con glicerina y lavanda

Otra opción para hacer productos de higiene, que también es muy popular, es usar glicerina neutra en vez de la sosa cáustica. Sin embargo, no es una opción realmente ecológica aunque se haga en casa, algo que no se debe confundir. El motivo es que la glicerina proviene de grasas y aceites tanto vegetales como

animales. De todos modos, como hay quien prefiere cómo queda el jabón
casero hecho con este material, mostramos una receta sencilla.

Para hacer este jabón se pueden usar distintas plantas o hierbas medicinales
y aromáticas, por separado para cada pastilla que queramos hacer o
juntar algunas que combinen bien. Por ejemplo, si te interesa saber cómo hacer jabones artesanales naturales de hierbas te recomendamos que pruebes con la siguiente receta de jabón casero de lavanda sin sosa cáustica, una de las hierbas más usadas tanto por su aroma y beneficios:

Ingredientes

  • 450 g de glicerina neutra. Puede ser en pastillas o líquida.
  • 20 gotas de aceite esencial de lavanda.
  • Un puñado de flores secas de lavanda o espliego.

Preparación

  1. Si usas las pastillas de glicerina neutra puedes calentarlas en un
    recipiente en el microondas o bien, puedes derretirla al baño María. En
    caso de que uses la líquida tendrás que calentarla con agua y esperar a
    que se espese.
  2. Retírala del fuego cuando esté lista si la has
    derretido al baño María o si era líquida, o bien retírala del microondas
    con cuidado.
  3. Empieza a removerla y añade las flores y las gotas del aceite esencial.
  4. Cuando esté todo bien mezclado y uniforme puedes echarla en el molde.
  5. Deja que se enfríe hasta alcanzar la temperatura ambiente y colócala en el
    molde guardándolo en la nevera hasta el día siguiente.

Para todos estos jabones naturales, puede que aún guardándolos en la nevera un día entero no sea suficiente y haya que dejarlos más tiempo. Ve vigilando la consistencia de las pastillas y retíralo de la nevera cuando veas que está bien endurecido.

  • Editar Columna
 

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Contaminación de la industria textil

En los últimos años, la industria textil ha experimentado una drástica transformación; las modas vienen y van a una velocidad cada vez mayor, y lo que antes podía mantenerse en tendencia durante un período mayor a un año ahora solo se mantiene bajo el foco durante escasos meses. El hecho de que estas prendas estén destinadas a ser olvidadas en tan poco tiempo ha provocado que las marcas de ropa dejen de centrarse en la calidad del producto, poniéndoles una fecha de caducidad a muy corto plazo. A este fenómeno se le denomina fast fashion o moda rápida, y es uno de los mayores problemas a los que se enfrentarán las futuras generaciones si nos se produce un cambio en la población.

Por un lado, este contribuye a uno de los mayores problemas que ya afectan esta era: la contaminación medioambiental, ya que esta industria se considera de las más contaminantes del mundo. Los materiales de los que suelen estar hechas las prendas de la moda rápida suelen ser artificiales y requieres grandes cantidades de productos químicos y tóxicos que acaban siendo vertidas en las aguas de los países en los que se fabrican (India, China, Vietnam, etc…), afectando no solo al propio ecosistema, sino también a las personas que viven cerca de estas aguas. A esto se suman los extensos volumenes de agua que se necesitan para su confección, anteponiendo ésta a las necesidades de agua de la población; por ejemplo, se necesitan alrededor de 20.000 litros de agua para producir 1Kg de algodón, lo que sería suficiente para cubrir gran parte de las necesidades de la población india.

Además de esto, el fenómeno también genera problemas medioambientales tras el fin de su vida útil (que como se ha mencionado anteriormente es escasa), ya que los materiales son generalmente plásticos como el poliéster o el elastano. Estos tejidos pueden llegar a tardar 200 años en descomponerse, lo que hace que se desechen en grandes terrenos como el desierto de Atacama en Chile, donde hoy en día se pueden encontrar toneladas de ropa que no se pueden revender.

Por otro lado, uno de los problemas más camuflados que trae consigo la moda rápida tiene que ver con la velocidad con la que cambia de demanda en la industria: los tiempos a cumplir son muy rápidos, por lo que la producción se traslada a países en vías de desarrollo, que generalmente permiten a las marcas tener unas políticas laborales más precarias, como es el caso de Bangladesh o Sri Lanka. En la mayoría de los casos, la realidad del país obliga a los trabajadores a aceptar el puesto de trabajo con el fin de llevar dinero a casa. La situación de estas familias puede llegar a ser tan extrema que incluso los más pequeños y vulnerables, los niños, se vean obligados a colaborar en la economía familiar aceptando este tipo de tareas.

Afortunadamente, muchas marcas empiezan a lanzar colecciones más sostenibles y la población comienza a ver el problema que supone la moda rápida; sin embargo, esto puede no ser suficiente para abordar el problema, por lo que habría que tomar otras medidas como campañas de concienciación en colegios (la población joven tiende a comprar más ropa) o desarrolla políticas que obliguen a las marcas a ser más transparentes. En conclusión, la moda rápida trae consigo unas consecuencias muy serias para las generaciones futuras, y , como tal, debe ser abordada con urgencia.

Sin embargo, los jóvenes ya pueden empezar a dar sus primeros pasos hacia un armario más sostenible: evitar caer en la trampa de comprar en exceso en un buen comienzo, pero se de verdad es necesario, las tiendas de segunda mano ofrecen una alternativa que alarga la vida de las prendas que ya están en el ciclo. Por último, evitar materiales puramente sintéticos no solo ayuda a encontrar prendas más biodegradables, sino que también ayudará a que estas tengan mayor vida útil.

Para más información sobre el tema os dejo este enlace. ¡Sigamos tirando del hilo!

Por otro lado, si queréis buscar alternativas a la fast fashion, os dejo esta lista de productores de moda sostenible, y slow fashion.

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¿Por qué debemos reducir el consumo de carne?

El impacto ambiental de la carne es innegable: ¿Por qué debemos reducir el consumo?

Los sistemas agroalimentarios actuales distan de ser sostenibles y afectan a todos los órdenes del planeta, provocando la destrucción desenfrenada de los ecosistemas y amenazando a la mayoría de las especies en peligro de extinción.

Imagínese comiendo una hamburguesa al punto perfecto, con beicon y queso fundido. Probablemente se le haga la boca agua. No se puede negar que a muchas personas nos encanta el sabor de la carne y el queso. Sin embargo, estos productos tienen un impacto ambiental mayúsculo.

El impacto ambiental de productos animales: 

La tierra nunca ha sustentado tantos seres humanos como hasta ahora y la expansión agrícola amenaza el planeta. Investigadores de la Universidad de Oxford calcularon que el 83% de las tierras de cultivo globales están destinadas a la obtención de productos de origen animal, mientras que el aporte calórico para los humanos es únicamente del 18% y el proteico del 37%. Se trata, por tanto, de un uso de superficie ineficiente y de bajo rendimiento. Pero, ¿por qué los productos animales necesitan terrenos extensos?

Los motivos principales son, en primer lugar, el pastoreo de los rumiantes y, en segundo lugar, los cultivos destinados a la elaboración de piensos (sobre todo para pollos y cerdos).

Por ejemplo, Brasil y los Estados Unidos son los mayores productores de soja. Estos países producen millones de toneladas de esta leguminosa al año, de los que solo el 7% se utiliza directamente para productos alimenticios humanos. Más del 77% de la soja se usa para la fabricación de piensos asignados a la alimentación del ganado. Es decir, la mayor parte de la soja cultivada se emplea para nutrir a los animales que nosotros nos comemos.

Deforestación

Toda causa tiene su consecuencia: si se necesitan vastas tierras agrícolas se promueve la deforestación.
Actualmente, la carne de vacuno es la principal causa de la
deforestación a nivel mundial, responsable del 41% de la destrucción de
selvas tropicales. En comparación, la tala para la obtención de madera y
papel es solo del 13%.

Pero no es un asunto que ocurra en la otra parte del globo terráqueo y que no nos incumba a todos, ya que gran parte de la ternera que se vende en la Unión Europea es importada de Brasil, el país con más pérdida anual de selva.

Pérdida de biodiversidad

La pérdida de selvas tropicales y la pérdida de biodiversidad, cuyas funciones son esenciales tanto para la salud humana como para la planetaria, van al unísono. Se ha estimado que se han perdido más de dos tercios de las poblaciones de animales silvestres en los últimos 40 años.

Gases de efecto invernadero

Mientras que los árboles de las selvas tropicales absorben dióxido de carbono, la emisión de gases contaminantes debida a la industria ganadera intensiva sigue in crescendo. En la actualidad coexisten distintos sectores responsables del calentamiento global y con

el arte de apuntar al de al lado. Pero el sector alimentario también es
un contribuyente sustancial, que según datos recientes es causante de entre el 20 y el 40% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. La carne bovina, la carne ovina y el queso son los que se desmarcan y se llevan el premio al principal contaminante.

En general, los productos animales producen entre 10 y 50 veces más gases de efecto invernadero que los vegetales. Las excepciones incluyen el chocolate, el café y el
aceite de palma. Por kilogramo de producto, la producción de estos
alimentos genera más gases que muchos productos cárnicos.

Contrariamente a la opinión popular, el transporte de alimentos contribuye mínimamente a la emisión total de gases contaminantes, comparado con la producción de estos (barras negras). Así pues, aparte de comprar productos de proximidad, sería más eficiente disminuir la cantidad de carne y queso de rumiantes para reducir las emisiones
globales.

Perspectiva de un futuro vegetal e ‘in vitro’

 Para observar el impacto ambiental de los productos animales, podemos imaginar una situación utópica en la cual la población mundial consumiera únicamente productos vegetales. Los investigadores de Oxford calcularon que el uso de tierras agrícolas podría reducirse un 76%, un área equivalente al tamaño de los Estados Unidos, China, Australia y la Unión Europea juntos.

Además, esta variación de hábitos alimentarios reduciría considerablemente la huella de carbono de los alimentos por individuo y prevendría la producción desmedida de dióxido de carbono en las próximas décadas, contribuyendo así a la mitigación del calentamiento global que amenaza a la humanidad. Asimismo, otros problemas medioambientales, como la acidificación del terreno, la eutrofización y el uso de agua dulce se reducirían.

Otra iniciativa prometedora es la carne producida a partir de células animales cultivadas en laboratorio (in vitro). Como ejemplo, una empresa Israelí (Future Meat) espera que su producción de hamburguesas de células de vaca genere un 80% menos de emisiones de gases de efecto invernadero y utilice sólo una pequeña fracción de la tierra y el agua dulce que utiliza la producción tradicional.

Los datos científicos indican, por tanto, que invertir la tendencia de consumo actual beneficiaría al planeta, pero también la salud humana y animal. La ingesta excesiva de carne aumenta el riesgo de enfermedades, concretamente las cardiovasculares, la principal causa de muerte en el mundo occidental. Las dietas bien planificadas basadas en vegetales (no procesados) también pueden ser saludables y prevenir enfermedades crónicas. Además, las granjas industriales son fábricas potenciales de bacterias resistentes a antibióticos y virus zoonóticos.

Si reducimos el consumo de productos animales y mejoramos las condiciones de la industria ganadera podríamos prevenir futuras pandemias

Obstáculos para iniciar el cambio

En España, el consumo de carne se ha cuadruplicado en el último medio siglo, alcanzando los 100 kilos por persona al año. Sin embargo, una encuesta reciente indicó que en este país más de dos tercios de la población ha conseguido o pretende reducir la ingesta de dicho producto debido a sus consecuencias ambientales.

De hecho, se ha observado una disminución del consumo de productos cárnicos en los hogares en la última década (antes del inicio de la pandemia). Aun así, queda un camino largo para conseguir un consumo que podría llegar a ser sostenible.

Algunos de los inconvenientes que impiden a la población dar el paso y reducir el consumo de productos animales son culturales, guardan relación con supalatabilidad, se asocian a la creencia de que son esenciales en nuestra dieta, al desconocimiento gastronómico y porque los humanos pensamos que nuestra contribución individual es irrisoria a escala planetaria.

Los expertos recomiendan informar a la población sobre el impacto ambiental de los productos animales y educar sobre las necesidades nutricionales en una alimentación saludable y sostenible.

Tras todo lo expuesto, volvamos al principio. ¿Este conocimiento le motiva a disminuir el consumo de productos animales? Y, si la hamburguesa tuviera el mismo aspecto, textura y sabor pero estuviese hecha de plantas o de células cultivadas en el laboratorio, ¿por qué no darle una oportunidad?

Dejando de lado juicios de valor, los datos científicos apoyan que ésta podría ser la única manera sostenible de abastecer la demanda de la creciente población mundial sin provocar más perjuicios al planeta.

Y ya que hablamos de plantas y verduras…¿quieres saber como hacer que se conserven por más tiempo frescas y relucientes? Aquí mi consejo personal.

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¿Qué hacemos con la ropa usada que ya no queremos? No está tan claro.

Puede que pienses que al donar ropa vieja evitas que acabe en el vertedero, pero esto no es necesariamente cierto.

¿Necesitas deshacerte de ropa vieja? No eres la única: con la moda rápida, es más fácil que nunca seguir las tendencias. Pero la ropa barata no está hecha para durar, y ese exceso suele acabar en una larga cadena de reventa y reciclado que consume mucho carbono y mano de obra, cuando no directamente en un vertedero.

Por persona, los españoles generan una media de entre 12 y 14 kilos de residuos textiles al año, es decir, unas 34 prendas.

Donar y comprar ropa de segunda mano es una alternativa muy popular (a la que incluso anima el Ministerio de Consumo), pero hay que analizarla en su justa medida. En Estados Unidos, sólo entre el 10% y el 20% de la ropa donada se vende en tiendas de segunda mano. El resto pasa por una serie de ventas, desde revendedores a recicladores textiles, como por ejemplo, Acteco.

«Todo el mundo tiene ‘piel’ en la cadena de suministro, así que hay incentivos para no perder artículos en los vertederos porque eso supondría una pérdida de ingresos», afirma Amelia Trumble, directora general y cofundadora de Retold Recycling.

Aunque todos los textiles donados, salvo un cinco por ciento, se revenden para su reutilización o reciclado, es imposible saber con exactitud cuántos acaban convirtiéndose en basura.

Decidir dónde donar supone una gran diferencia no sólo para tu huella medioambiental, sino también para tu comunidad. Esto es lo que hay que tener en cuenta a la hora de limpiar el armario.

¿Qué ocurre cuando donas ropa vieja?


Cuando entregas ropa para donar, primero se clasifica para que las prendas más valiosas se vendan en Internet y en tiendas de segunda mano. Las prendas menos deseadas pasan por una serie de compradores a granel, reutilizadores y recicladores. Mientras que en España es bien conocida la iniciativa Moda re- de Cáritas, en Estados Unidos son populares empresas benéficas de segunda mano como Goodwill y el Ejército de Salvación, en las que cada venta ayuda a financiar sus programas.

La creación de empleo es también una parte importante del ahorro solidario: el personal realiza el importante primer paso de la clasificación en organizaciones como RecuprendaMadre Coraje y Verde Universal.

«Una vez que las donaciones llegan a nuestras instalaciones, nuestro equipo realiza una inspección minuciosa para asegurarse de que los artículos no están dañados con agujeros o manchas ni son inapropiados, determina el precio adecuado y, a continuación, abastece nuestras estanterías», explica Michelle Ness, directora ejecutiva de PRISM, una organización sin ánimo de lucro de Minnesota (Estados Unidos) que vende las donaciones de ropa en su tienda de segunda mano Shop for Change.

Tanto si se donan a Goodwill como a un lugar como PRISM, los mejores artículos se desvían a webs de compra-venta y subasta, y los siguientes mejores se venden por piezas en las tiendas de segunda mano. «Los artículos que no cumplen nuestras normas de calidad se envían al Ejército de Salvación, donde pueden iniciar un viaje más largo y global para su reutilización», explica Ness.

Las grandes organizaciones de segunda mano reciben grandes volúmenes de donaciones y cuentan con la experiencia, el equipamiento y las alianzas necesarias para procesar y extraer el máximo beneficio posible, afirma el periodista Adam Minter en su libro Secondhand: Travels in the New Global Garage Sale. La mano de obra, el transporte y los costes medioambientales se suman, pero todas las donaciones (salvo las que se depositan en vertederos, que tienen un coste de eliminación) generan ingresos que se destinan a programas de organizaciones benéficas y sin ánimo de lucro.

«Goodwill y otras organizaciones benéficas similares ofrecen un canal de eliminación de ropa que los ayuntamientos no cubren en gran medida», afirma la Dra. Tasha Lewis, profesora clínica asociada de estudios de moda y comercio minorista de la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos).

Alrededor del 5% de todas las donaciones textiles van directamente al vertedero, debido a contaminantes como el moho. Las donaciones que no se venden en el punto de venta o que lo eluden por completo (prendas aún vendibles pero de menor calidad) van a parar a las tiendas outlet de Goodwill o el Ejército de Salvación, donde se venden por bolsas o al peso.

Las organizaciones benéficas venden el resto a varios revendedores, recicladores y recuperadores. Tanto en en muchos países, algunos textiles se reutilizan como trapos para limpiar coches o maquinaria, se reciclan en «nuevas» telas o se convierten en relleno o aislante.

Estados Unidos es el lider mundial en exportación de ropa de segunda mano con alrededor de 700 millones de kilos de ropa envíados anualmente a países subdesarrollados, donde las prendas se revenden para volver a ser usadas, reutilizadas o recicladas. El siguiente en la lista es Alemania con 500 millones de kilos. España, ocupa el puesto 16, con menos de 60 millones de kilos de ropa enviados al extranjero.

Esta economía textil circular crea algunos puestos de trabajo y elimina otros, pero también puede arruinar la fabricación local de ropa y algunos países están intentando limitarla.

¿Cual es la mejor forma de deshacerse de la ropa vieja?


La mejor manera de asegurarse de que su ropa buena y utilizable no se convierta en basura es aumentar las posibilidades de que acabe en manos de alguien que la quiera.

En primer lugar, no esperes demasiado si decides donar ropa a una organización, grande o pequeña. «Cuanto antes done la gente sus prendas no deseadas, más demanda habrá de ellas», dice Ness.

Dones donde dones, asegúrate de que la ropa esté limpia y seca. Si está dañada o manchada, no la envíes a tiendas de segunda mano. No tienen capacidad para hacer reparaciones y sólo «crea una carga financiera además de la carga ecológica, y frustra el propósito de la acción caritativa», dice Trumble.

Busca una organización que se centre en los productos que quieres regalar. I Support The Girls, por ejemplo, es una organización sin ánimo de lucro que recoge y dona millones de sujetadores usados. Su fundadora, Dana Marlowe, dice que los sujetadores están «entre los productos más demandados pero menos donados».

También puedes tratar directamente con gente que quiera usar tu ropa. Puede ser en un mercadillo o en un grupo local de donación online. También puedes vender, intercambiar o alquilar prendas sueltas en aplicaciones como Wallapop o Vinted. Puede llevar tiempo y hay un coste de carbono: hay que hacer envíos para llegar al comprador, o al almacén y luego al comprador.

¿Qué se puede hacer con la ropa estropeada?


La ropa que está manchada o estropeada sin posibilidad de reparación probablemente nunca se vuelva a usar. ¿O sí? Intermon Oxfam cuenta con una guía (Do it yourself) repleta de ideas para hacer manualidades otiginales con las prendas que ya no usamos.

Si estás decidido a deshacerte de la ropa, puedes depositar tus prendas en los contenedores especificamente destinados a este fin (consulta la web de Ecoembes para conocer todos los detalles). La ropa vieja puede convertirse en relleno de tapicería, acolchado de alfombras, aislante y limpiaparabrisas para el lavado de coches, e incluso generarse en nuevos textiles.

El reciclaje es mejor que el vertido, pero suele implicar mucho trabajo manual en empleos mal pagados, entornos laborales precarios, «requiere transporte y, por tanto, más emisiones de CO2 y, en el caso de los tejidos reciclados, muchos productos químicos y agua», afirma Nada Shepherd, cofundadora y directora ejecutiva de la aplicación de intercambio de ropa entre iguales ReSuit.

«Puede llevar tiempo investigar un poco para encontrar la organización adecuada que realmente pueda utilizar los artículos que quieres regalar», dice Marlowe. «Pero es más gratificante que meterlo todo en una gran bolsa de basura, tirarlo a un contenedor y esperar lo mejor».

Entonces, ¿que hacemos con la ropa usada que ya no queremos? Descubre la opción definitiva que recomiendo personalmente al final de este artículo. 



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